Páginas

lunes, 2 de septiembre de 2013

Caballeros del Cónclave - Fundación

Sahariel era uno de los lugartenientes de Lión El'Jonson, Primarca de la Legión de los Ángeles Oscuros. Durante la guerra civil conocida como la Herejía de Horus, Sahariel luchó junto al León de Caliban, y sus hazañas no fueron pocas. Sin embargo, si por algo era conocido Sahariel entre sus hermanos, era por su personalidad paciente y mística. Cuando no estaba en el campo de batalla, se encerraba sin alimentos en habitaciones sin ventanas, y podía permanecer totalmente inmóvil, en estado de profunda meditación, durante días enteros. Pero cuando llegaba la hora de combatir, Sahariel lo hacía totalmente descansado y no parecía que sus días de ayuno afectasen a sus habilidades.

Finalmente, llegó la victoria para los leales al Emperador, y junto con sus hermanos, Sahariel retornó a Caliban. Y fue allí cuando los Ángeles Oscuros sufrieron la mayor de las traiciones. Y tras una gran batalla, los hermanos traidores fueron absorbidos por la Disformidad, y Caliban fue destruida. Aquel fue un acontecimiento que perturbó la conciencia de Sahariel. ¿Cómo era posible que sus hermanos hubieran sucumbido a las fuerzas oscuras sin que ellos se hubiesen dado cuenta? ¿Qué sería ahora de los Ángeles Oscuros? Eran preguntas para las que Sahariel no tenía respuesta. Sin embargo, poco tiempo después, se reunió en secreto un cónclave formado por los miembros de mas alto rango de la Legión, y allí se decidió que aquel terrible acontecimiento quedara en el más estricto de los secretos. Sahariel acató la decisión del cónclave, del Circulo Interior recién creado, pero aún no comprendía las acciones de sus hermanos caídos. Así pues, Sahariel tomó la decisión de recluirse en una cámara de la Roca, para meditar acerca de lo ocurrido.




Tras años de meditación y reflexión acerca de los actos de sus hermanos caídos, Sahariel tomó una decisión. Concluyó que sus hermanos habían sido engañados y confundidos, y que habían traicionado a los suyos en base a mentiras. Estuvo de acuerdo con la decisión del Circulo Interior de perseguir y cazar a los Caídos, pero en secreto, Sahariel tomó la decisión de que sus hermanos merecían otra oportunidad. Esta decisión no la compartió con nadie, salvo con su hermano de mayor confianza y amigo, el Hermano Capellán Munqar. Al principio, Munqar despreció la idea de Sahariel, pero tras muchos días, la fe que el Mariscal mostró por sus hermanos caídos contagió a Munqar, quien accedió a ser partícipe de sus planes.

Poco tiempo después, llegó la Segunda Fundación y a Sahariel se le dio el mando de un capítulo sucesor. Tomó para ellos el nombre de los Caballeros del Cónclave y pintó sus armaduras de negro, como símbolo de austeridad y humildad. Se buscó un mundo apartado y remoto llamado Aaru, donde se estableció la fortaleza-monasterio del Capítulo y se iniciaron los reclutamientos. De los candidatos, sólo se elegía a aquellos que mostrasen una total fe por el Emperador, cuyas acciones fuesen altruistas y que mostrasen una habilidad marcial digna de los hijos del León. Debido a los ritos y pruebas, Aaru se convirtió en un lugar donde sus habitantes valoraban la austeridad y el ascetismo, donde los más valerosos emprendían largos peregrinajes llenos de peligro para demostrar que eran dignos de unirse a los Caballeros.

Con la reestructuración de la Legión de los Ángeles Oscuros, el Circulo Interior se transformó en una organización con muchos niveles de confianza, y Sahariel, dada su posición como Señor de un Capítulo Sucesor, pertenecía a uno de sus más secretos niveles. Durante los años siguientes, fue conocedor de los secretos del Capítulo y participó en sus reuniones secretas. El mismo sistema de hermetismo y secretismo lo aplicó a los recientes Caballeros del Cónclave, cuyo objetivo era mantener en secreto el plan de redención de Sahariel. Los únicos que eran totalmente conocedores de ello eran el propio Señor del Capítulo y Munqar, que fue nombrado Capellán Interrogador de los Caballeros del Cónclave.


Durante los años posteriores, Sahariel y Munqar hicieron todo lo posible por cumplir con sus objetivos. Sin embargo, Sahariel sabía que no podía ver su obra completada, que no viviría para ver la redención de sus hermanos, y ese hecho era algo que le apenaba. Así pues, llamó a Munqar y le habló de su plan último: Llego ya al fin de mis días, y no dejaré éste mundo con la conciencia tranquila sin antes ver la redención de mis hermanos caídos. Así he tomado la decisión de encerrar mi cuerpo en un sueño eterno y solo despertaré cuando la necesidad apremie, en auxilio de mis hermanos. Y cuando el último de los caídos haya sido redimido y nuestro nombre haya sido perdonado, por fin podré descansar en paz. En tus manos dejo el cuidado de los míos, y en ti confío para que hagas perdurar mi legado. Y tras aquel juramento, Sahariel se confinó en un poderoso campo de estasis en lo más profundo de la fortaleza-monasterio de Aaru.


Para que los actos de Sahariel no levantasen sospechas entre los No Perdonados, Munqar hizo uso de la fama de místico de su amigo y explicó a los Señores de la Roca que el Señor del Capítulo se había confinado porque había predicho que a su retorno, Lión El'Jonson necesitaría a sus más fieles generales a su lado. Nadie quiso indagar en la aparente locura del anciano Señor de los Caballeros del Cónclave, y Munqar prometió que el Capítulo no perdería su liderazgo. Así pues, se creó el titulo de Castellano del Cónclave, que era otorgado al Señor de la 1ª Compañía (aunque hay registros de que en alguna ocasión se ha nombrado Castellano a otros hermanos que han sobresalido y han probado ser dignos de confianza), cuya función sería la de comandar el Capítulo en nombre del Señor Sahariel.


Pasaron los milenios, y el trabajo de Munqar permaneció durante ese tiempo. Y cuando llegaron tiempos oscuros y el Cónclave vio la necesidad, por varias veces fue despertado con gran deferencia Sahariel, que llevó gloria y victorias a los Caballeros del Cónclave para volver a sumirse en su sueño. Pero la oscura misión que Sahariel dejó a sus sucesores no cayó en el olvido, y el secreto de los Caballeros del Cónclave fue pasando de Castellano a Castellano durante siglos. Cuando el Capítulo capturaba a algún Ángel Caído, era llevado a Aaru y allí se le sometía a juicios y pruebas y se ponía a prueba su voluntad y su fe. Y cuando un Caído estaba dispuesto a arrepentirse de sus pecados, era llevado ante la cámara de Sahariel, que observaba desde el silencioso tanque de estasis, y allí se celebraba el juicio definitivo de su alma. Si los jueces consideraban que su alma estaba limpia y era digno del perdón de sus hermanos, el Caído era redimido de sus pecados y se sometía voluntariamente a una vida de humildad y penitencia secretísima. Por el resto de sus días, moraría en la fortaleza-monasterio de Aaru, sin más posesiones que una sencilla túnica, ni más compañía que los silenciosos y misteriosos Vigilantes en la Oscuridad, y cuando llegase el momento de la batalla final contra el mal, en el día del Fin de los Tiempos, serían llamados para luchar por sus hermanos y limpiar su alma. En toda la historia del Capítulo de los Caballeros del Cónclave, tan solo cuatro Ángeles Caídos fueron sometidos al juicio, y todos viven ahora en los secretos pasillos de Aaru, a la espera de su redención final.

2 comentarios:

  1. Me alegro de que sigas adelante.

    Te seguiré atentamente, ¡buena entrada!

    ResponderEliminar
  2. Yo también me alegro, muy bonita la historia.

    ResponderEliminar