Sahariel era uno de los
lugartenientes de Lión El'Jonson, Primarca de la Legión de los
Ángeles Oscuros. Durante la guerra civil conocida como la Herejía
de Horus, Sahariel luchó junto al León de Caliban, y sus hazañas
no fueron pocas. Sin embargo, si por algo era conocido Sahariel entre
sus hermanos, era por su personalidad paciente y mística. Cuando no
estaba en el campo de batalla, se encerraba sin alimentos en
habitaciones sin ventanas, y podía permanecer totalmente inmóvil,
en estado de profunda meditación, durante días enteros. Pero cuando
llegaba la hora de combatir, Sahariel lo hacía totalmente descansado
y no parecía que sus días de ayuno afectasen a sus habilidades.
Finalmente, llegó la
victoria para los leales al Emperador, y junto con sus hermanos,
Sahariel retornó a Caliban. Y fue allí cuando los Ángeles Oscuros
sufrieron la mayor de las traiciones. Y tras una gran batalla, los
hermanos traidores fueron absorbidos por la Disformidad, y Caliban
fue destruida. Aquel fue un acontecimiento que perturbó la
conciencia de Sahariel. ¿Cómo era posible que sus hermanos hubieran
sucumbido a las fuerzas oscuras sin que ellos se hubiesen dado
cuenta? ¿Qué sería ahora de los Ángeles Oscuros? Eran preguntas
para las que Sahariel no tenía respuesta. Sin embargo, poco tiempo
después, se reunió en secreto un cónclave formado por los miembros
de mas alto rango de la Legión, y allí se decidió que aquel
terrible acontecimiento quedara en el más estricto de los secretos.
Sahariel acató la decisión del cónclave, del Circulo Interior
recién creado, pero aún no comprendía las acciones de sus hermanos
caídos. Así pues, Sahariel tomó la decisión de recluirse en una
cámara de la Roca, para meditar acerca de lo ocurrido.
Tras años de meditación
y reflexión acerca de los actos de sus hermanos caídos, Sahariel
tomó una decisión. Concluyó que sus hermanos habían sido
engañados y confundidos, y que habían traicionado a los suyos en
base a mentiras. Estuvo de acuerdo con la decisión del Circulo
Interior de perseguir y cazar a los Caídos, pero en secreto,
Sahariel tomó la decisión de que sus hermanos merecían otra
oportunidad. Esta decisión no la compartió con nadie, salvo con su
hermano de mayor confianza y amigo, el Hermano Capellán Munqar. Al
principio, Munqar despreció la idea de Sahariel, pero tras muchos
días, la fe que el Mariscal mostró por sus hermanos caídos
contagió a Munqar, quien accedió a ser partícipe de sus planes.
Poco tiempo después,
llegó la Segunda Fundación y a Sahariel se le dio el mando de un
capítulo sucesor. Tomó para ellos el nombre de los Caballeros del
Cónclave y pintó sus armaduras de negro, como símbolo de
austeridad y humildad. Se buscó un mundo apartado y remoto llamado
Aaru, donde se estableció la fortaleza-monasterio del Capítulo y se
iniciaron los reclutamientos. De los candidatos, sólo se elegía a
aquellos que mostrasen una total fe por el Emperador, cuyas acciones
fuesen altruistas y que mostrasen una habilidad marcial digna de los
hijos del León. Debido a los ritos y pruebas, Aaru se convirtió en
un lugar donde sus habitantes valoraban la austeridad y el ascetismo,
donde los más valerosos emprendían largos peregrinajes llenos de
peligro para demostrar que eran dignos de unirse a los Caballeros.
Con la reestructuración
de la Legión de los Ángeles Oscuros, el Circulo Interior se
transformó en una organización con muchos niveles de confianza, y
Sahariel, dada su posición como Señor de un Capítulo Sucesor,
pertenecía a uno de sus más secretos niveles. Durante los años
siguientes, fue conocedor de los secretos del Capítulo y participó
en sus reuniones secretas. El mismo sistema de hermetismo y
secretismo lo aplicó a los recientes Caballeros del Cónclave, cuyo
objetivo era mantener en secreto el plan de redención de Sahariel.
Los únicos que eran totalmente conocedores de ello eran el propio
Señor del Capítulo y Munqar, que fue nombrado Capellán
Interrogador de los Caballeros del Cónclave.
Durante los años
posteriores, Sahariel y Munqar hicieron todo lo posible por cumplir
con sus objetivos. Sin embargo, Sahariel sabía que no podía ver su
obra completada, que no viviría para ver la redención de sus
hermanos, y ese hecho era algo que le apenaba. Así pues, llamó a
Munqar y le habló de su plan último: —Llego
ya al fin de mis días, y no dejaré éste mundo con la conciencia
tranquila sin antes ver la redención de mis hermanos caídos. Así
he tomado la decisión de encerrar mi cuerpo en un sueño eterno y
solo despertaré cuando la necesidad apremie, en auxilio de mis
hermanos. Y cuando el último de los caídos haya sido redimido y
nuestro nombre haya sido perdonado, por fin podré descansar en paz.
En tus manos dejo el cuidado de los míos, y en ti confío para que
hagas perdurar mi legado.—
Y tras aquel juramento, Sahariel se confinó en un poderoso campo de
estasis en lo más profundo de la fortaleza-monasterio de Aaru.
Para que los actos de
Sahariel no levantasen sospechas entre los No Perdonados, Munqar hizo
uso de la fama de místico de su amigo y explicó a los Señores de
la Roca que el Señor del Capítulo se había confinado porque había
predicho que a su retorno, Lión El'Jonson necesitaría a sus más
fieles generales a su lado. Nadie quiso indagar en la aparente locura
del anciano Señor de los Caballeros del Cónclave, y Munqar prometió
que el Capítulo no perdería su liderazgo. Así pues, se creó el
titulo de Castellano del Cónclave, que era otorgado al Señor de la
1ª Compañía (aunque hay registros de que en alguna ocasión se ha
nombrado Castellano a otros hermanos que han sobresalido y han
probado ser dignos de confianza), cuya función sería la de comandar
el Capítulo en nombre del Señor Sahariel.
Pasaron los milenios, y
el trabajo de Munqar permaneció durante ese tiempo. Y cuando
llegaron tiempos oscuros y el Cónclave vio la necesidad, por varias
veces fue despertado con gran deferencia Sahariel, que llevó gloria
y victorias a los Caballeros del Cónclave para volver a sumirse en
su sueño. Pero la oscura misión que Sahariel dejó a sus sucesores
no cayó en el olvido, y el secreto de los Caballeros del Cónclave
fue pasando de Castellano a Castellano durante siglos. Cuando el
Capítulo capturaba a algún Ángel Caído, era llevado a Aaru y allí
se le sometía a juicios y pruebas y se ponía a prueba su voluntad y
su fe. Y cuando un Caído estaba dispuesto a arrepentirse de sus
pecados, era llevado ante la cámara de Sahariel, que observaba desde
el silencioso tanque de estasis, y allí se celebraba el juicio
definitivo de su alma. Si los jueces consideraban que su alma estaba
limpia y era digno del perdón de sus hermanos, el Caído era
redimido de sus pecados y se sometía voluntariamente a una vida de
humildad y penitencia secretísima. Por el resto de sus días,
moraría en la fortaleza-monasterio de Aaru, sin más posesiones que
una sencilla túnica, ni más compañía que los silenciosos y
misteriosos Vigilantes en la Oscuridad, y cuando llegase el momento
de la batalla final contra el mal, en el día del Fin de los Tiempos,
serían llamados para luchar por sus hermanos y limpiar su alma. En
toda la historia del Capítulo de los Caballeros del Cónclave, tan
solo cuatro Ángeles Caídos fueron sometidos al juicio, y todos
viven ahora en los secretos pasillos de Aaru, a la espera de su
redención final.
Me alegro de que sigas adelante.
ResponderEliminarTe seguiré atentamente, ¡buena entrada!
Yo también me alegro, muy bonita la historia.
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