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jueves, 14 de noviembre de 2013

El Desafío de los 30 Días: Día 11

Por fin. Tenía muchas ganas de llegar a esta pregunta. Hoy voy a disfrutar escribiendo la entrada diaria. Y es que el desafío de hoy es:

El personaje favorito que has llevado

Algo así, pero menos valhalliano

Voy a ir directo al grano. Mi personaje favorito de todos los tiempos es y será Garvael, de mi campaña de Dark Heresy. Acercaos a la hoguera, jovenzuelos, que vais a oír la historia de un hombre humilde que se convirtió en un héroe. Y os lo advierto, es una larga historia.


En un pequeño rincón de la galaxia existe un pequeño e insignificante planeta llamado Dreah. Sus habitantes son insignificantes y monótonos, y el propio planeta no saldría en los mapas estelares si no fuera porque es uno de los más importantes productores agrícolas. En un pequeño e insignificante rincón del pequeño e insignificante planeta vivía un pequeño e insignificante ganadero. Su nombre era Garvael, y siempre se había dedicado al cuidado de la granja. Pasaba su tiempo libre practicando tiro al blanco y saliendo a cazar con sus amigos. No tenía más aspiraciones en su pequeña e insignificante vida, hasta que llegó la Fundación. Aquella era la primera vez desde hacía siglos que Dreah organizaba un regimiento entero para la Guardia Imperial. Muchos jóvenes con espíritu aventurero se alistaron con la esperanza de salir de aquel pequeño e insignificante mundo, y nuestro Garvael fue uno de ellos.

Para entender a Garvael, he de hablaros de su personalidad primero. Garvael era totalmente anodino. Era un hombre sencillo, callado y muy humilde. No solía levantar la voz, raramente se enfadaba, y era bastante asustadizo. Tenía menos personalidad que un ratón, y sus dotes de liderazgo brillaban por su ausencia. Sin embargo, era un hombre devoto, y se alistó impelido por un gran sentimiento patriótico.

Así pues, en la Guardia Imperial, Garvael sobresalió con el manejo de explosivos y por su gran puntería, así que primero fue asignado a armamento especial, y luego trasladado a la sección de francotiradores. Sin embargo, su auténtica historia, la que nos interesa, no comenzó hasta que se cruzó en el camino del Inquisidor Castus. Al parecer, al Inquisidor le agradaron las habilidades de nuestro pequeño Garvael, así que movió hilos y consiguió que lo asignaran a su servicio durante una campaña contra los Orkos. Durante aquella época, a Garvael le dieron el mando de un grupo de especialistas de su regimiento, el Comando Gris, que se encargaría de llevar a cabo las misiones que el Inquisidor le encomendase. Imaginaos al pobre hombre, la que se le vino encima.

Durante toda la campaña, que consistía en un conflicto a nivel planetario contra un Waaagh! Orko, Garvael participó en misiones junto a la célula de agentes del Inquisidor (a veces junto al propio Inquisidor), o dirigiendo a sus hombres del Comando Gris. Y durante todo aquel tiempo, quizá por suerte, quizá por intervención del Dios-Emperador, Garvael fue ascendiendo y siendo recompensado. El pobre hombre no se creía lo que le estaba pasando.

Fue una guerra de proporciones épicas
Finalmente, tras mucho tiempo, llegó la victoria final. Por aquel entonces, todo el planeta conocía los heroicos actos de cuatro individuos al servicio del heroico Inquisidor Castus. Les hicieron dar un discurso en la capital planetaria, y lo único que el pobre y asustado Garvael consiguió decir fue: "Alistaros a la Guardia Imperial." Lo que pasó después fue un torbellino de honores. A los cuatro héroes se les permitió retirarse durante unos años, hasta que la Inquisición los volviese a reclamar. A Garvael se le licenció con honores de la Guardia Imperial, se le retiró a su planeta natal y allí se le dio el mando supremo de la FDP (Fuerza de Defensa Planetaria) y el cargo honorifico de Castellano de Dreah. Aún no nos preguntamos como el pobre no se murió de la responsabilidad. Pero aunque tuvo unos años tranquilos sin tantas responsabilidades como creía (solo tenía que firmar documentos y posar para las fotografías), Garvael echaba de menos su vida en el frente, echaba de menos a sus amigos y compañeros de la Inquisición.

Así que cuando la Inquisición le volvió a llamar, Garvael volvió a acudir gustoso, aburrido de sus responsabilidades en su planeta natal. Y durante muchos años, siguió sirviendo a la Inquisición. Grandes recuerdos guardo de aquella época. La búsqueda de Atlas el Tecnohereje y la Cápsula Temporal, las Guerras Krogan, los inoportunos encuentros con los secuaces del Inquisidor Cerberus, y muchísimas más aventuras que vivimos y que llenarían una saga literaria entera. Aquellos años cambiaron a Garvael. Le hicieron madurar, le hicieron ser más valiente y le otorgaron capacidades de mando. Pero una vez más, su leal servicio a la Inquisición se detuvo. El Inquisidor Castus, su mentor y amigo, desapareció cuando hizo estrellar un acorazado imperial contra un extraño portal necrón, salvando a la flota imperial y destruyendo a la alienígena. Se le dio por muerto, y se licenció a sus acólitos. Sin embargo, habíamos acumulado tanto poder, que conseguimos mover algunos hilos, y la historia no acabó allí.

En secreto, Garvael y los veteranos supervivientes de su Comando Gris, fueron llevado a una academia especial de la Inquisición, donde recibieron el entrenamiento de los soldados de asalto del Imperio, durante nada menos que veinte años. Y una vez más, los antiguos amigos se reunieron, esta vez bajo el liderazgo del Inquisidor Cromwell (aprendiz de Castus y recientemente ascendido a Inquisidor), con el objetivo de detener los malvados planes del Inquisidor Cerberus y evitar que se abriese una gran brecha en la disformidad. Sin embargo, veinte años del más intenso y duro de los entrenamientos inquisitoriales convirtieron a Garvael en prácticamente una persona distinta. Donde antes era débil, pusilánime y dubitativo, ahora era duro, fuerte, valiente hasta la insensatez, autoritativo e incluso despiadado con sus enemigos. Pero seguía siendo un agradable hermano de sus más cercanos e íntimos amigos.

Algo así
Sin embargo, como todas las historias, ésta también tiene un final. Garvael no vivió para siempre. Fue durante el asalto prácticamente suicida que el Inquisidor Cromwell y sus agentes lanzaron contra una nave colmena tiránida. El objetivo era acabar con la invasión del sistema estelar de raíz; liquidando al líder de la horda. Sin embargo, la misión era mucho más complicada de lo que parecía. La nave estaba totalmente infestada de tiránidos, y justo cuando estaban a punto de llegar a su destino, una horda de monstruos les dio alcance. Garvael, comprendiendo que la misión estaba perdida, tomó la decisión más dura de su vida. Se separó del grupo, y se lanzó contra los tiránidos. Gritó a sus compañeros que continuasen la misión mientras él contenía la marea alienígena, y tras dudar, el Inquisidor y los demás agentes siguieron adelante. Garvael se quedó a solas. Con una sonrisa, se puso un pitillo en la boca y extrajo el disparador de la bomba de fusión que llevaba en su equipo. Los tiránidos no llegaron a devorar su carne, pues la detonación siguiente desintegró a Garvael y se llevó por delante cientos de tiránidos y un buen trozo de la nave.

Al final, Garvael murió dando su vida por sus amigos y por la causa, y no me arrepiento de tomar la decisión que tomé. Quería mucho a Garvael, y me alegro de que al final, muriese como un héroe. Su nombre y sus hazañas pasaron a los anales de la Inquisición, y ese es un final digno de cualquier personaje.

Sin embargo, otros personajes podrían ser mis favoritos. Por poner algunos ejemplos: Franz Miller, cazador de vampiros y héroe de Averland, de la partida Prisión de Almas (de la cual ya os hablé antes), o Klaus Berger, el hechicero de las sombras (del cual también os he hablado), podrían haber sido los elegidos, pero me quedo con Garvael porque han sido muchos años con él, muchas noches del viernes juntos y ha tenido un final digno del hombre que fue.

En fin, os dejo por hoy, que se me ha alargado mucho la entrada, y creo que se me ha metido una mota de polvo en el ojo...

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