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lunes, 11 de noviembre de 2013

El Desafío de los 30 Días: Día 8

Pues aquí estamos un día más con el desafío de los 30 días. Los temas de hoy y mañana van a ser entretenidos, y es que hoy hablamos de:

Tu mayor crítico alrededor de los juegos de rol



Como es una pregunta un poco rara, la voy a interpretar a mi manera. Así que voy a explicaros algunas anécdotas que se resolvieron gracias a mi ingenio, astucia y talento natural para evitar los problemas.

Hace un par de días ya os hablé de Severus Quintos, en la entrada de las buenas tiradas, y de cómo embaucó a un hechicero del caos (un marine espacial, vamos). Pues eso también entraría en esta clasificación, porque la única opción que teníamos era luchar y, muy posiblemente, morir. Así que me lancé a la desesperada, tratando de salvar el pellejo. Reconozco que mi jugada tuvo el respaldo de una muy buena tirada, así que tampoco me doy más mérito del que merezco.

También quiero recordar una partida de Rogue Trader en la que salimos airosos de una situación totalmente desfavorable gracias al buen uso de los recursos disponibles. En resumen, nuestra pequeña y ágil fragata se enfrentó a dos interceptores, un crucero ligero y una estación espacial pequeña y venció. Fue mérito de todos los jugadores, y del uso que le dimos a nuestro teleportarium y una escuadra de soldados de asalto inquisitoriales que mi buen Quintos había "alquilado".

Pero si tengo que elegir mi jugada maestra, mi "crítico" predilecto, me quedo con una que hice en Canción. Os pongo en situación. Somos la casa Adler, de las tierras de los ríos, banderizos de los Tully. Yo interpretaba a Lady Janei Bracken, segunda esposa de Lord Adler. El primer hijo del señor, fruto de su primer matrimonio, había fallecido hacía unos años, con lo cual mi hijo Robyn se convirtió en el heredero. Hasta ahí, todo normal. Bueno, quizás no tanto porque Robyn era, en realidad, hijo del hermano de Lord Adler (interpretado por otro jugador). Así que, ni corta ni perezosa, Lady Janei decidió asegurar la sucesión de su hijo por el método más sencillo. En la víspera de un viaje fuera de nuestras tierras, Lady Janei va a ver a su esposo, que estaba reposando tras un periodo de enfermedad. Le dice que se marchan y que volverán en breve. Antes de marcharse, le deja junto a su cama una copita de vino endulzado con sangre de viuda. Así que se marcharon del castillo con toda la corte y dejaron al señor con su copita de vino. He de apuntar que obligué al maestre a acompañarnos, bajo el pretexto de que el pequeño Robyn necesitaba de sus atenciones. Cuando regresaron, oh sorpresa, Lord Adler había muerto. La enfermedad se había agravado, al parecer. Qué cosas. Pero ahora, Robyn (que no tenía más de seis años), era el señor de la casa, y Lady Janei ejercía la regencia. Y no solo eso, si no que además se ganó la lealtad de sus sirvientes con un discurso en el que se mostró tan apenada que todos querían ayudarla a pasar aquel duro momento. Cuando se había asegurado la lealtad de sus siervos, empezó su campaña contra su ex-amante y verdadero padre de Robyn. Y lo cierto es que se lo puso fácil, porque llenó de mercenarios el castillo y eso no gustaba a los caballeros que vivían allí. Por desgracia, nunca llegamos a saber cómo acabó todo, pues dejamos la partida a medias, pero puedo decir que ese fue mi mayor "crítico" que le hice al Narrador.

Espero que hayáis disfrutado de estas divertidas anécdotas. Sin más, me despido hasta la próxima y recordad, cualquiera puede tener más suerte que Klaus.

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